13 dic 2012

Nuestra Meta: Perfeccionarnos mediante las pruebas


¿Quién de nosotros no ha sufrido o se ha desvelado en la antesala de una prueba en la carrera estudiantil?

En mis años universitarios, recuerdo cuan pesado era para mis compañeros y para mí la materia de lógica y diseño. Estuve a punto de perder el año en aquella asignatura, es más, tuve que dar un examen de recuperación. Estudié y me desvelé durante toda la semana previa al examen, fue una prueba muy intensa el esperar y estudiar toda la semana. Finalmente, llegó el día de la prueba, y esta tenía en una sola pregunta con una complejidad tremenda. Recuerdo terminar el examen, justo en el momento en que nuestro profesor recogía las hojas de los exámenes  y ver muchos compañeros llorar pues se imaginaban lo peor. Ahora nos tocaba esperar una semana más para ver nuestras notas finales. ¡Que suplicio fue esperar! Pero por fin nuestro profesor nos entrego nuestros exámenes y pase con lo justo, 7.5. Aún recuerdo mi emoción. Pero muy pronto, nuevas pruebas vinieron.  

De igual manera, nuestra vida cristiana estará siempre llena de pruebas de todo tipo. Unas más fuertes que otras, unas más extensas que otras, unas que requieren sabiduría y entendimiento, otras en las que se necesita templanza y dominio propio. Pero ante todo, es importante, mantener siempre la verdad en nuestras mentes y corazones ante las pruebas.

Santiago 1:2-3 dice “Hermanos míos, ustedes deben tenerse por muy dichosos cuando se vean sometidos a pruebas de toda clase. Pues ya saben que cuando su fe es puesta a prueba, ustedes aprenden a soportar con fortaleza el sufrimiento” (itálicas agregadas). Santiago nos exhorta a sentirnos dichosos, esto no quiere decir que aparentemos felicidad en las pruebas, porque las pruebas son dolorosas, tediosas y a veces tan pesadas, que sentimos no poder más. Lo que Santiago nos pide es más bien el tener una actitud positiva ante las pruebas, sacando el mayor provecho, aprendiendo, fortaleciéndonos, sabiendo que estamos perfeccionándonos mediante ellas (Santiago 1:4) y sobretodo, dando gracias a Dios, pues Él ha prometido que estará con nosotros aun cuando atravesemos el valle de sombra de muerte.

¿Estas pasando por una prueba muy difícil? Si es así, mantén viva tu fe, pidiendo lo que necesitas para pasar la prueba, pues el poderoso de Israel peleará por ti. Y si acabas de salir vencedor en alguna prueba que pasaste, haz lo que hicieron los Israelitas, luego de pasar el Jordán en seco: *Reúne “12 piedras” y edifica un monumento que te recuerde siempre la victoria que obtuviste con la ayuda del Señor.

¡Bendiciones!

*Leer Josué Capitulos 3 y 4.

6 dic 2012

El mundo y la invitación al pecado.



Es alarmante ver la manera en la que el mundo gira diariamente. Cada vez podemos ver como el pecado invade el diario vivir de las personas disfrazando su apariencia con nombres como “anuncios publicitarios”, “estar a la moda”, “liberación femenina”, “mentiras piadosas”, “la prueba de amor”, “el vivir juntos para ver si nos comprendemos”, etc. Pero la gran verdad es que todo esto es pecado y esta guiando nuestra sociedad a una degeneración total.

En mi caso, tantas veces ocurre que cuando estoy viendo programas de televisión, aparecen comerciales promocionando ropa interior (por cierto, es una marca prestigiosa, pero ¡si que la detesto!), y tengo que apresuradamente cambiar el canal pues prácticamente estos comerciales son pornográficos, pero para muchas personas, esto ha pasado a ser algo normal.

De la misma manera, el hecho de pensar más en la casa que queremos comprar que en Dios (quien es el que nos la va a dar) puede ser considerado un pecado en mi vida, pues estoy olvidando lo PRIMERO.

Cuando Jesús estuvo en la tierra, declaró estas palabras que hoy, más que nunca, se ajustan totalmente a nuestra realidad actual:

“¡Qué malo es para el mundo que haya tantas incitaciones al pecado! Tiene que haberlas, pero ¡ay del hombre que haga pecar a los demás!” Mat. 18:7 (versión Dios habla hoy).

La primera parte de este versículo refleja algo que siempre ha existido: incitaciones al pecado.

Incitación no es más que una INVITACION a hacer algo y desde que Adán y Eva fueron incitados al pecado, esa invitación siempre ha existido. Por esa razón, el mismo Jesús dijo “tiene que haberlas” y Él mismo las sufrió cuando fue llevado en Espíritu al desierto (Mateo 4:1-11); sin embargo, en este mismo pasaje, Jesús demostró mediante su ejemplo que si es posible rechazar las incitaciones al pecado.

Jesús combatió las tentaciones mediante el uso de la palabra. Nosotros tenemos muchas armas para combatirlas (la mayoría, basándonos en la armadura de Dios en Efesios 6:13-17):
  1. La Oración: La Biblia dice que debemos orar sin cesar. Colosenses 4:2 dice “Manténganse constantes en la oración, siempre alerta y dando gracias a Dios”. Jesús fue constante en la oración cuando estuvo en la tierra.  
  2. El Espíritu Santo: Jesús necesitó la fortaleza del Espíritu Santo para luchar. No nos cansemos pues de pedir en oración la promesa del Espíritu Santo que está disponible para ti.
  3. La Palabra: Mediante la lectura de la Biblia, podemos crecer espiritualmente y conocer las artimañas del enemigo y como combatirlas como lo hizo Jesús. 
  4.  La Fe: Sin fe pues es imposible agradar a Dios. Pues aun cuando estemos en el valle de sombra de muerte, en necesidad o angustia, recordemos que Dios está con nosotros. 
  5. La Verdad: Satanás es el padre de la mentira. La manera más eficaz de rechazar la invitación a pecar es manteniendo presente la verdad de Cristo en nuestras vidas. 
  6. La Justicia y la Salvación: El actuar con justicia y teniendo siempre en mente la importancia de nuestra salvación, nos ayudará a vivir una vida correcta, no como una obligación, sino por gracia; pues es por la infinita gracia de Dios que somos salvos.

Pero estas armas no solo que nos ayudan a evitar la tentación sino que también evitarán que nosotros seamos una piedra de tropiezo para otros. Al final de este pasaje, Jesús dijo: “pero ¡ay del hombre que haga pecar a los demás!”. Por lo tanto, una de nuestras principales metas como cristianos es la de no ser usados como herramientas para que otros pequen.  Por ejemplo, Pablo llamó la atención a las mujeres para que se vistan de forma decorosa, porque como hombre, él sabía que esta era una de las principales tentaciones para el hombre.  ¿Y que decir de nosotros los hombres? Pues debemos cuidarnos de no hacer pecar a otros con nuestras acciones. Días atrás mientras conducía, vi como un conductor no respeto una señal de transito (pare) y el otro conductor se enojo tanto que le grito las peores palabras que usted pueda oír.  Es un ejemplo tan sencillo de como podemos hacer pecar a otros y sí, para Dios es más grave la falta del que hace pecar de aquel que peca.

Mantengámonos pues en oración constante y cuidémonos  caer en el pecado o de ser herramientas de Satanás para hacer pecar a otros. Dios les bendiga.